Al amparo de este enclave florece una variada actividad productiva que busca el equilibrio con la conservación. Unas 10.000 hectáreas de montes públicos se aprovechan para el pastoreo del ganado.
Los Parques Naturales perderían diversidad ambiental si de un plumazo desaparecieran una serie de actividades económicas ligadas íntimamente a estos espacios protegidos.
El Parque Natural de la Sierra de Grazalema aspira a ser un espacio de oportunidades para la floreciente producción ecológica porque garantiza el futuro del medio y el de las poblaciones que lo habitan. A su abrigo trabajan un puñado de empresarios dedicados al sector agroindustrial ecológico que empiezan a despuntar en el panorama gaditano.
Reclaman el reconocimiento social y el de las propias administraciones por sus actividades, cuyo valor añadido no es otro que la conservación de un modo de vida y unos usos culturales.
Son ganaderos, agricultores, recolectores de miel, queseros, olivareros, artesanos y operadores que no sólo tienen que estar pendientes de dar la talla por las certificaciones que consiguen en ecológico (nada de químicos y sí usos tradicionales unidos a la innovación) sino también por combinar sus actividades dentro de los planes de desarrollo sostenible en los espacios protegidos propuestos por la Junta de Andalucía.
Una de las actividades más reconocidas en Grazalema es la cría de ganado bovino, ovino y caprino, con razas autóctonas como la cabra payoya o la oveja merina. Sería casi impensable mantener el ecosistema sin la ganadería ecológica en el parque. "Sería poco diverso. Habría menos acervo cultural y menos vinculación de los habitantes a este espacio", reflexiona el director del Parque de Grazalema, Miguel Ángel Maneiro.
El Parque Natural de la Sierra de Grazalema aspira a ser un espacio de oportunidades para la floreciente producción ecológica porque garantiza el futuro del medio y el de las poblaciones que lo habitan. A su abrigo trabajan un puñado de empresarios dedicados al sector agroindustrial ecológico que empiezan a despuntar en el panorama gaditano.
Reclaman el reconocimiento social y el de las propias administraciones por sus actividades, cuyo valor añadido no es otro que la conservación de un modo de vida y unos usos culturales.
Son ganaderos, agricultores, recolectores de miel, queseros, olivareros, artesanos y operadores que no sólo tienen que estar pendientes de dar la talla por las certificaciones que consiguen en ecológico (nada de químicos y sí usos tradicionales unidos a la innovación) sino también por combinar sus actividades dentro de los planes de desarrollo sostenible en los espacios protegidos propuestos por la Junta de Andalucía.
Una de las actividades más reconocidas en Grazalema es la cría de ganado bovino, ovino y caprino, con razas autóctonas como la cabra payoya o la oveja merina. Sería casi impensable mantener el ecosistema sin la ganadería ecológica en el parque. "Sería poco diverso. Habría menos acervo cultural y menos vinculación de los habitantes a este espacio", reflexiona el director del Parque de Grazalema, Miguel Ángel Maneiro.
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