domingo, 6 de febrero de 2011

Frigiliana, un copo de nieve entre la mar y la montaña


Es una puerta de entrada, una encrucijada de caminos, un sendero de obligatorio paso para aquellos que quieran adentrarse en la misteriosa comarca de la Axarquía.

Un conjunto de pueblos blancos recostados en las laderas más accesibles del Parque Natural de las Sierras de Alhama, Tejeda y Almijara.

Frigiliana es el último escalón blanco antes de ser sorprendidos por el mar Mediterráneo. Está a cinco kilómetros de Nerja y el viajero piensa al recorrer ambas villas que hay una misma realidad histórica que lo abraza.

Frigiliana guarda la trama de los pueblos moriscos, de los últimos alientos andalusíes cuando claudicado el reino de Granada aquellos hombres y mujeres que aún abrazaban el Islam buscaron asilo entre estos desiertos donde a cambio germinaba la vid y los huertos eran generosos en frutos, los arroyos caudalosos y el clima benigno y soleado.

Los tiempos son otros, pero paseando las calles tortuosas y empinadas del pueblo se diría que nada ha cambiado. Por los barrios viejos hay azulejos que rememoran la vida de los últimos moriscos antes de su definitiva expulsión mediado el siglo XVI.

Dados a la agricultura y la ganadería, aquellos pobladores vivieron felices por unas décadas y remendaron la trama urbana de una villa que en tiempos andalusíes fue cabecera de una cora y punto estratégico y principal frente a los montes que a modo de barrera natural protegían fronteras y reinos.



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