jueves, 26 de agosto de 2010

Arte y naturaleza en Jaén


Torres, castillos y minas, en un entorno rural al amparo de los Parques Naturales de Despeñaperros y de la Sierra de Andújar.

Cuentan los libros de historia que en 1898 El Centenillo -una de las pedanías más importantes de Baños de la Encina (Jaén)- parecía una colonia inglesa en la que no faltaba de nada: hospital, escuelas, lavaderos públicos, casino, mercado de abastos y campo de fútbol.

Ahora no tiene tantos servicios, pero sí oferta al viajero un marco interesante para disfrutar de la naturaleza. Hasta principios de los años 60 El Centenillo -está a no más de 20 kilómetros de La Carolina- fue un pueblo minero, de cuyas minas se extrajeron muchas toneladas de plomo y también plata.

Estas antiguas minas, ya en ruinas, se pueden visitar al igual que la parroquia. Una curiosidad, la ha rehabilitado el propio párroco del pueblo.

En el paseo por sus calles el viajero va a encontrar algunos edificios de clara traza inglesa, realmente todo el pueblo es inglés. Los grandes edificios pertenecían a la burguesía de la época, que controlaba todas las extracciones de mineral de la zona. Cuando las minas cerraron los trabajadores de El Centenillo emigraron, pero ahora muchos vuelven a disfrutar de la naturaleza y la tranquilidad en su tiempo libre.

La localidad de Baños de la Encina se encuentra situada al noroeste de la provincia de Jaén, lindando con Castilla-La Mancha. Declarada conjunto histórico artístico en 1969, está al amparo de dos Parques Naturales: Sierra de Andújar y Despeñaperros y muy cerca del pantano del río Rumblar.

El núcleo de población de Baños está configurado por el castillo, la iglesia parroquial, y la ermita del Cristo del Llano. En torno al castillo nacieron sus primeras casas. Más tarde, ante la necesidad de culto, se creó la parroquia con su cabecera hacia Tierra Santa. Del barroco son las ermitas del Cristo y de la Virgen, y de rococó el fastuoso camarín.

La historia del Castillo de Burgalimar se remonta a la época musulmana, cuando Al Hakan II, hijo del rey Abd Al Rahmán III, lo mandó construir en el año 968. Durante toda la Edad Media tuvo periodos realmente inestables, estando bajo el dominio de los árabes en algunas ocasiones y de los cristianos en otras. Fernando III El Santo lo recuperó definitivamente en el año 1225; con el tiempo sufrió un deterioro considerable y sufrió posteriormente la invasión de las tropas francesas.


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