jueves, 11 de octubre de 2012

Pasear en otoño por Granada


Pasear estos días por la ciudad es un delicioso ejercicio de contemplación. 

Allí donde miremos encontramos bullicio y diversión. Pocas capitales pueden presumir de ser tan activas y abiertas como Granada. 

La Gran Vía de Colón, la recta calle de la alta burguesía local que unió en su día El Triunfo y la plaza de Isabel la Católica, es un resumen de acentos y miradas. 

A un lado se halla la Catedral y próxima a ella el Centro José Guerrero, dedicado a albergar la obra abstracta de uno de los grandes pintores del expresionismo español. Se diría que sus grandes lienzos son la síntesis pictórica de esta ciudad apasionada y moderna. 

Hay paseos que en otoño constituyen una obligación para todo aquel que llegue a Granada. 

Ese romanticismo que tantos viajeros extranjeros quisieron ver aquí a lo largo del XVIII y el XIX no ha cambiado mucho en escenarios como el Paseo de los Tristes, paralelo a las aguas del río Darro al que deriva la Carrera, una de las calles más bonitas del mundo 

El otoño de Granada es explícito en el camino de la Fuente del Avellano que evoca los encuentros literarios de Ángel Ganivet y tiempo después de Federico García Lorca y Manuel de Falla.

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