sábado, 12 de noviembre de 2011

De tabernas por Córdoba


Hay en ellas toneles de roble envejecido, barras de madera y mármol, estantes con botellas antiguas.

Un permanente murmullo de parroquianos y viajeros que charlan apaciblemente frente a una copa de Montilla Moriles y una tapa de cocina, una miniatura de la deliciosa gastronomía andaluza.

En Córdoba abren a diario más de ochenta tabernas. Están repartidas por toda la ciudad y muchas de ellas cumplieron ya el siglo de existencia.

Los cordobeses las llaman "casas" porque son una extensión de sus propios hogares, otro salón de estar que visitar a media mañana o a última hora de la tarde para compartir un rato de charla y un aperitivo para abrir boca antes del almuerzo o la cena.

En la plaza de San Miguel, muy cerca de la plaza de las Tendillas, abre sus puertas El Pisto, una de las más encantadoras tabernas de la ciudad.

Cuentan que en la barra se acomodaba a mediodía el pintor Julio Romero de Torres. Pedía un amontillado y una tapa de jamón ibérico de Los Pedroches y dibujaba con la tiza, con la que los camareros hacían sus sumas sobre la barra de madera, imágenes de mujeres, ojos y bocas.




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