Si hay un lugar idóneo en España para estudiar el cambio global ése es el Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada (Granada).
Su Observatorio de Cambio Global ha sido uno de los diez seleccionados por la Unesco para seguir analizando el cambio climático. Desde 2007 participa junto a otras 27 reservas de la biosfera del mundo en el proyecto internacional Glochamore (Global Change in Mountain Regions) y su trabajo ha resultado satisfactorio, tanto que continuará en la siguiente fase de este programa (2010-2011) en el que sólo participarán nueve lugares más del mundo. Y es que Sierra Nevada es un observatorio privilegiado.
Su posición geoestratégica en el Mediterráneo, al sur de Europa y al norte de África, y su carácter montañoso le hacen ser especialmente vulnerable al cambio climático. En apenas 30 kilómetros de anchura y tres mil metros de altura "se reproducen variaciones similares a las que ocurren en centenares de kilómetros", recalca el director del parque, Javier Sánchez.
La previsión es que disminuyan las precipitaciones hasta un 10% hacia mitad de siglo y la temperatura se eleve dos grados centígrados. Menos lluvia y más calor en invierno y otoño harán disminuir la nieve disponible y eso tiene efectos no sólo sobre la estación de esquí, también sobre los ecosistemas, el agua disponible, las acequias, la agricultura y todo el paisaje de Sierra Nevada.
¿Qué se puede hacer?
Obviamente el observatorio no persigue conservar de forma "estática" los ecosistemas porque algunas de las consecuencias son ya inevitables. Pero sí que los gestores trabajan para promover una conservación dinámica, que se adapte a los cambios y sea capaz de hacerlos más resistentes frente a posibles catástrofes naturales: incendios, plagas, enfermedades y el cambio global. Es lo que llaman "gestión activa adaptativa". "No se puede seguir con la mentalidad de años atrás", precisa Sánchez.
Y este observatorio lleva ventaja respecto a otros ya que se han empezado a aplicar proyectos a partir de resultados obtenidos con el programa de seguimiento. Una docena de estaciones multiparamétricas está situada a distintas alturas y orientaciones en todo el macizo. Miden a tiempo real 116 indicadores en 24 grupos diferentes -meteorológicos, fauna, flora, plagas, enfermedades, etc-. Dos de ellas, las más sofisticadas, están dedicadas a seguir la variación de los flujos de carbono para intentar trabajar en mantener las reservas existentes.
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