Entre Sorbas, el Desierto de Tabernas y la ciudad de Almería se extiende uno de los paisajes más extraños e insólitos de la Península Ibérica.
Se diría que tiene que ver más con la superficie lunar que con la imagen habitual que tenemos con las tierras del sur de España. Por esta tierra yerma y desnuda, donde aparentemente no existe rastro de vida, encontraron acomodo hace siglos un conjunto de pueblos cuya arquitectura evidencia la adaptación del hombre a las condiciones de un clima extremo.
Sorbas y Almería están comunicadas por una carretera en cuyos márgenes se extiende un desierto muy similar al del norte de Argelia y Túnez. Es el único desierto de Europa, un espacio natural protegido poblado de ramblas, barrancos secos y desfiladeros sedientos donde sólo las especies botánicas más habituadas a los climas extremos encuentran un suelo donde poder germinar.
Extrañezas geológicas
Sorbas es un pueblo salpicado de extrañezas. Su subsuelo está horadado por infinidad de cuevas. Colgada en un barranco que acoge el cauce del río Aguas, esta pequeña localidad muestra una cuidada arquitectura popular, salpicada de casas encaladas, de techos bajos y calles estrechas que derivan en la plaza principal del pueblo, conocida como plaza de la Constitución. Allí se citan los monumentos más importantes de la villa. Junto al Ayuntamiento se alza la casa del Duque de Valois, en cuyo interior aún prevalece el aire señorial con que fue construido en el siglo XVIII. Contigua esta la casa del Duque de Alba y la iglesia de Santa María, edificada al parecer sobre los pilares de una antigua mezquita bajo el habitual estilo mudéjar los pueblos de esta comarca.
El casco viejo de Sorbas está salpicado de miradores que abren entre callejones y huecos de casas. Desde ellos se advierte en singular paisaje que rodea el pueblo, salpicado de ramblas, rugosas y áridas montañas y huertas a orillas del río Aguas que aportan un contrapunto de verdor y vida frente al paisaje desolado que conduce hasta Lucainena y Tabernas.
Cuevas de Karst en Yesos
Pero lo más singular de Sorbas es el paraje natural de Karst en Yesos. Es uno de los caprichos más sugerentes de la naturaleza, formado en la era Terciaria. El conjunto de cuevas horadadas en las entrañas del término municipal retrotrae al viajero a épocas trogloditas. El espeleólogo ha encontrado en Yesos de Sorbas uno de sus escenarios más valiosos: Los depósitos yesíferos pulidos por el agua han formado corrientes subterráneas y cavidades donde a lo largo de seis millones de años han terminado por unirse estalagmitas y estalactitas.
La Cueva del Tesoro es una de las más extrañas y espectaculares de cuantas se pueden visitar en el Karst de Yesos. Destacan las grandes estructuras de yeso con punta de flecha que cuelgan de sus techos en los cerca de dos kilómetros de galerías que la componen. Llegó a estar habitada en tiempos del Neolítico, como atestiguan los vestigios de cerámicas y hachas y los restos de animales que han sido encontrados en su interior.