A unos 25 kilómetros de Sevilla, y con el aroma que llega desde el cercano Parque de Doñana, encontramos un pequeño rincón natural: La Cañada de los Pájaros.
Pocos conductores de los que optan por tomar la carretera de Puebla del Río, podrían imaginar el daño que hacen sus motores ricos en humos a las cientos de especies que se instalan en apenas cinco hectáreas de extensión.
Pocos conductores de los que optan por tomar la carretera de Puebla del Río, podrían imaginar el daño que hacen sus motores ricos en humos a las cientos de especies que se instalan en apenas cinco hectáreas de extensión.
La Cañada está vacía en verano, y si va entre semana, compartirá con las aves la tranquilidad de pasear sin semáforos repletos de personas con prisas, bicicletas desbocadas o estruendo de obras. De fondo, sólo oirán el tableteo continuo que provocan las numerosas cigüeñas con sus picos.
Cierto es que una parte de las miles de aves se encuentran enjauladas. La mayoría están en total libertad.
Pero que se encuentran como en el paraíso lo demuestra la impresionante caravana de cisnes, patos y fochas que se crea cuando la cuidadora se acerca a la orilla del estanque con el alimento de la mañana.
El acomodo de las aves en este lugar, perfectamente acondicionado para que conviva el hombre con las aves, también lo observamos en la desesperación de un pato porrón que intenta, sin éxito, escalar la verja de entrada al estanque, para volver a reunirse con sus compañeros tras un rápida escapada.
Este pato, al igual que muchos de los que habitan en la Cañada, se encuentra en peligro crítico de extinción en Andalucía.
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