Doñana encierra demasiados encantos como para conocerlos en un solo día.
Pero si no disponemos de tanto tiempo conviene priorizar. Un buen modo de entender el valor que encierra uno de los parques nacionales más valiosos de Europa es visitando el Parque Dunar.
El Parque Dunar se extiende a lo largo y ancho de ciento treinta hectáreas protegidas, situadas en el entorno de Doñana, al lado de la localidad costera de Matalascañas. El parque toma asiento en un sistema de dunas, fijadas por un valioso bosque de pinos y matorral atlántico y abierto al océano.
El valor ecológico del bosque de pinar, como asiento de la tierra, y la vegetación baja es el hogar de decenas de vertebrados e invertebrados, de pequeños mamíferos y aves que buscan la proximidad de las aguas saladas y las zonas de sotos para guarecerse y reproducirse.
A la sombra de los pinares discurre el sendero peatonal que conduce al Museo del Mundo Marino. Es un delicioso paseo sin apenas desniveles, de unos 700 metros. Atraviesa la zona baja del parque y deja a un lado y a otro un muestrario botánico de excepcional valor donde destacan los helechos y los enebros costeros.
El museo es una notable obra de arquitectura. Su forma ondulada, el uso del hormigón y las planchas metálicas son una metáfora de la naturaleza que lo rodea. Su interior cobija, además de un área de recepción y una tienda de libros y merchandising, cinco salas temáticas, una sala polivalente y una sala audiovisual. (El Mundo)
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