Desde lo lejos, desde la mar, Mojácar parece un ovillo blanco, abrazado a un altivo cerro desde el que se divisa buena parte del Levante Almeriense. Mojácar es uno de los pueblos más hermosos de la provincia de Almería. Su blanco caserío atesora aún la inspiración morisca con la que fue creado.
Las formas redondeadas de sus viviendas, las cúpulas, minaretes y escalinatas que se abren a cada paso son el mejor patrimonio de un pueblo que conserva en el plano gastronómico sustanciosos platos de cuchara y mar.
Lo primero que de Mojácar llama la atención es su blanco caserío, arracimado sobre un escarpado y abrupto cerro, próximo a las sierras de la Cabrera. Cuanto más se acerca el visitante, más percibe la huella morisca que imprime toda la localidad.
Mojácar es un pueblo de trazado árabe, levantado en el interior para protegerlo del ataque de los piratas que pululaban antiguamente por el convulso mar Mediterráneo.
Hoy la localidad está dividida en dos grandes zonas: Mojácar pueblo y Mojácar playa. La historia y la monumentalidad residen en el primero; el bullicio, la animación y los servicios turísticos, en el segundo.
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