viernes, 16 de octubre de 2009

Salobreña (Granada), un copo de nieve frente a un mar azul


Salobreña es un copo de nieve entre la mar y la montaña.

Su preciado entramado de blanca arquitectura descuella desde lo alto de un roquedo, expandiéndose por las faldas de la ladera hasta las tierras fértiles donde crece la caña de azúcar y los árboles de frutas exóticas. El casal está rematado por un castillo desde el que se divisa el inmenso Mediterráneo. A sus pies se extienden los barrios medievales.

El castillo fue reforzado en tiempos del reino nazarita, cuando Granada era sede del último gobierno árabe en la península. Tras la conquista, los cristianos añadieron nuevos recintos defensivos. Encaramado sobre lo más alto del peñasco, el castillo es una sucesión de espacios, torreones y patios de armas, decorados hoy con jardines y salas que acogen actividades culturales a lo largo del año. Desde sus miradores se divisa el ancho paisaje de la costa y la mar.

La iglesia del Rosario fue erigida a mitad del siglo XVI sobre una antigua mezquita. Tras la conquista cristiana, Salobreña creció en torno al barrio de la Villa, donde toma asiento la parroquia. Su aliento mudéjar se aprecia en el decorado de buena parte de su fábrica. La torre campanario fue erigida sobre los restos del primitivo alminar. El interior del templo acoge capillas de estilo barroco. En una de ellas se venera una imagen de la Virgen, fechada a últimos del siglo XVI.

Alrededor del cerro de Salobreña abren sus puertas los barrios medievales, configurados en tiempo de los árabes y reforzados bajo los sucesivos gobiernos de los conquistadores cristianos. Por dentro, Salobreña es una ciudadela medieval que aún conserva sus callejuelas, rincones, miradores y pasadizos serpenteantes que comunican los barrios moriscos de La Loma, El Brocal, El Albayzín y La Fuente, rodeados en su día por una inexpugnable muralla.



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