Hace mil años hubo una ciudad de la que sólo queda la memoria.
Apenas duró en pie un siglo, pero su recuerdo sigue fascinando a viajeros y escritores, a arqueólogos e historiadores interesados en revivir las más brillantes páginas de Al-Ándalus.
Medina Azahara, castellanización del nombre árabe Madinat al-Zahara, fue una ciudad creada de la nada por voluntad de Abd al-Rahman III.
Situada a ocho kilómetros de Córdoba, allí donde Sierra Morena templa el humor de sus cerros y se aproxima a las orillas del Guadalquivir, la perdida ciudad palatina de Medina Azahara fue objeto a lo largo de los siglos de toda suerte de ensoñaciones.
La más conocida de todas es aquella que propugna su fundación en honor de la concubina favorita del califa. Pero Medina Azahara fue mucho más que una ciudad construida para una amante, como se empeña en subrayar su leyenda romántica.
Fue, ante todo, la expresión del poder de Al-Ándalus frente al mundo, la voluntad de un gobernante visionario, heredero de una dinastía que cambió la historia de Europa, el sueño hecho realidad de un tiempo en que la civilización hispanomusulmana alcanzó su plenitud. (El Mundo)
1 comentario:
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