Entre Almería capital y los primeros plásticos de El Ejido se extiende una costa con desdoblada personalidad.
De un lado, Roquetas de Mar -el municipio turístico más importante de la costa de poniente- acoge la mayor infraestructura hotelera de la provincia.
Frente a su mar se acomodan miles de habitaciones ocupadas a lo largo de los doce meses del año por un turismo tranquilo y familiar, muy mezclado con pintorescas colonias extranjeras y por amantes de los deportes de la vela.
De otro, la soledad y el silencio pueblan Punta Entinas-Sabinar, una de las reservas naturales más valiosas de Andalucía, un territorio desierto y despoblado encajonado entre las últimas urbanizaciones turísticas de Roquetas y los invernaderos del cercano municipio de El Ejido.
Bullicio y silencio son dos palabras que en Andalucía cobran un especial significado. Pasar de uno a otro no es tan complicado en la mitad sur peninsular.
En Almería, por ejemplo, los paseos marítimos y las playas son lugares atestados de turistas y visitantes durante estos meses, pero a un paso reina el retiro y el aislamiento por mitad de un espacio natural protegido que posee un vademécum botánico dos veces más abultado que cualquier país europeo.
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