El Cabo de Gata es un escenario excéntrico, atípico y de una singularidad que raya en la rareza. Quizá sea por eso que nos resulta tan embaucador.
Ocupa una esquina de la península ibérica y no sabemos qué nos gusta más si el mar o la tierra, o mejor, la conjunción de ambas hasta.
El ancho litoral de Níjar, que es uno de los municipios que tributa sus tierras al parque natural almeriense, está salpicado de asentamientos agrupados en torno a peñones o a playas que sirvieron a pescadores para hacer sus incursiones en la mar. Uno de ellos es La Isleta del Moro. Su nombre procede del tajo de la roca que se adentra en el mar, que deja la punta aislada en mitad del agua marina.
Cuentan que los piratas se aventuraban hasta estas orillas en busca de tesoros. Hoy, alejada de todo peligro, La Isleta es uno de los rincones más bellos del litoral almeriense. Su pueblo pesquero guarda las líneas sureñas y mediterráneas que refleja la pureza y sencillez de esta comarca andaluza. En ella encuentran acomodo los amantes de la naturaleza y, en particular, los de la geología.
Recibe también visitantes ocasionales que buscan en los alrededores de su plaza la tradicional gastronomía de la zona. La arquitectura blanca es símbolo del cuidado que sus vecinos han puesto en el desarrollo urbano de su pueblo. La cala del Peñón Blanco es la playa que se extiende a los pies del poblado de La Isleta.
Es una pequeña cala de 240 metros de extensión, cuya arena dorada recibe el baño de aguas tranquilas. Más frecuentado en los meses de verano, el Peñón Blanco sirve de protección a las pequeñas barcazas de pescadores que faenan en las cercanías. Los alrededores están salpicados de otras calas, algunas de ellas de carácter nudista.
El mirador de la Amatista se halla en la parte alta de La Isleta del Moro. Es uno de los mejores enclaves para apreciar la irrealidad y fascinación que desprende el paisaje volcánico que se extiende alrededor de La Isleta. El mirador es uno de los más espectaculares del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Desde él es posible asomarse al mar y admirar la pequeña isla formada en la punta del saliente.
No lejos de aquí se halla Rodalquilar. Una de las mayores riquezas económicas de la provincia de Almería procedió de sus minas. Rodalquilar es un enclave que todavía permite observar lo que fue aquel fenómeno. Aún se conservan las pilas de lavado del oro que atesoraban las entrañas de la tierra. Las minas fueron explotadas por una compañía inglesa en el siglo XIX. Cerraron en 1923.
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