Al noroeste de la provincia de Huelva, entre las últimas estribaciones de Sierra Morena, se ubica un espacio de casi trece mil hectáreas declaradas paraje natural.
Se trata del macizo montañoso de Sierra Pelada y de la Rivera del Aserrador, un estrecho pasillo que abraza las orillas del río del mismo nombre a lo largo de su cauce.
El sendero que toma el nombre de la rivera acoge un denso bosque de ribera donde el sonido del viento sobre las hojas de chopos y fresnos, junto con el croar de ranas y sapos, acompaña al caminante en su travesía.
En tramos que se alejan del curso fluvial crecen quejigos y dehesas, compuestas por alcornoques y encinas.
Es un paraje lleno de contrastes. En él se conjugan sierras lineales cubiertas de vegetación, barrancos profundos y bosque galería que acompaña al río.
Las condiciones naturales del paraje onubense hacen que se concentre en él la mayor colonia de buitres negros de toda Andalucía. El ave rapaz más grande de la Península Ibérica se siente a gusto entre la vegetación mediterránea que adorna este espacio protegido.
En los claros de las dehesas, pobladas de hierbas y matorrales, es posible contemplar el espectáculo de los buitres negros en su festín carroñero.
Se trata del macizo montañoso de Sierra Pelada y de la Rivera del Aserrador, un estrecho pasillo que abraza las orillas del río del mismo nombre a lo largo de su cauce.
El sendero que toma el nombre de la rivera acoge un denso bosque de ribera donde el sonido del viento sobre las hojas de chopos y fresnos, junto con el croar de ranas y sapos, acompaña al caminante en su travesía.
En tramos que se alejan del curso fluvial crecen quejigos y dehesas, compuestas por alcornoques y encinas.
Es un paraje lleno de contrastes. En él se conjugan sierras lineales cubiertas de vegetación, barrancos profundos y bosque galería que acompaña al río.
Las condiciones naturales del paraje onubense hacen que se concentre en él la mayor colonia de buitres negros de toda Andalucía. El ave rapaz más grande de la Península Ibérica se siente a gusto entre la vegetación mediterránea que adorna este espacio protegido.
En los claros de las dehesas, pobladas de hierbas y matorrales, es posible contemplar el espectáculo de los buitres negros en su festín carroñero.
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